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Fuente: Noticampus


Este blog pretende propiciar un espacio abierto a la discusión y debate para estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Su fin es discutir e implantar ideas para aplicar la responsabilidad social a nuestro diario vivir en la universidad e ocasionar un impacto significativo en la comunidad que nos rodea. Gracias por visitar.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Fragmentos de Entrevistas a Expertos

El propósito...

      Una institución de educación superior reconoce su rol social. Establece un equilibrio entre las necesidades reales de la vida personal y profesional del alumno para incidir en la transformación de la sociedad y las organizaciones que la componen. No existe ambigüedad y ambivalencia de valores entre la universidad y su entorno. Como universidad responsable, además de influir en los acontecimientos relevantes del país, construye procesos sociales con identidad regional sostenibles, que aseguren una cohesión genuina entre los componentes del estado. Descarta la organización separada del saber en especialidades y, al contrario, instituye el pensamiento holístico, complejo, transdisciplinario y práctico para formar una comunidad de aprendizaje asociativo con calidad y pertinencia, con beneficios amplios y recíprocos, rechazando la visión unilateral. Se promueve la integración, cooperación y extensión comunitaria. 

       La universidad y la sociedad, el estado, se piensan como un mismo aparato. A este imaginario social que hemos descrito como universidad debemos anexar otro principio fundamental y es que parte del trabajo holístico que propugna una institución de educación superior, en teoría, es dotar al alumno de conocimientos vastos que le capaciten y maximicen para enfrentar de forma sobresaliente su realidad profesional. Entonces, el siguiente trabajo persigue el interés de identificar cuán lejos se muestra la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, de esta utopía alcanzable que hemos descrito como institución de educación superior. En un intento por identificar las deficiencias que exhibe nuestra universidad como base de un enorme andamiaje que pretende transformar paulatinamente nuestra institución en un centro especializado de educación superior con todos sus componentes, nos sumergimos en esta exhaustiva investigación. A continuación, el objetivo y las preguntas específicas que guían el presente estudio. 

Objetivo principal:

• Analizar si la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, capacita a sus estudiantes para enfrentar su realidad profesional, personal y social. 

Preguntas de investigación:

• ¿Cuáles son las deficiencias que exhibe la universidad para con su obligación de capacitar a sus estudiantes para enfrentar su realidad profesional, personal y social? 
• ¿La universidad, entendida desde su acepción más amplia: incluye todos sus componentes, es socialmente responsable? 
• ¿Hasta qué punto el estudiante, como protagonista en el proceso de adquisición de conocimiento y formación intelectual, es responsable por la calidad de la educación que recibe? 

Justificación 

       Como señalamos sobre estas líneas, las instituciones de educación superior tienen tres funciones básicas alrededor de las cuales deben trabajar: La formación, no sólo profesional sino también de personas integradas en la sociedad; la generación y transmisión de conocimiento; y la extensión, que se define como la presencia de la universidad en aquellas realidades en que debe presentarse y actuar. El comienzo de este largo recorrido hacia la excelencia universitaria debe partir identificando las faltas, debilidades, deficiencias de cada institución. Así cobra sentido y pertinencia nuestra investigación, que en un interés genuino por alcanzar la supremacía educacional, planifica describir a cabalidad los desfases que experimenta la Universidad de Puerto Rico en la actualidad. Y de esta forma, patrocinar una conciencia colectiva sobre los principios universitarios pedagógicos que han entrado en desuso y cómo recuperarlos con el único fin de convertir nuestra institución en una de educación superior con todo lo que ello conlleva. 

      Se trata de volcar la universidad hacia la sociedad en vez de eludirla, potenciando a sus alumnos con el conocimiento y la erudición suficientes para solucionar las anomalías colectivas que laceran la cohesión, producción y evolución ciudadana. Cobijamos el deseo, a través de este estudio, de adelantar un paso en el proceso transitorio hacia la excelencia universitaria, sin perder de perspectiva la imposibilidad de recorrer la trasformación absoluta o ver frutos inmediatos, pues somos conscientes de que tratamos un fenómeno de larga duración y difícil de asimilar.

Historia de las universidades

La universidad : base de estudio

    En cualquier estudio sobre la eduación superior, vale estudiar y comprender el concepto de la universidad - su definición, historia y propósito. Sólo de esta manera se puede tener un marco referencial para la comprensión del estudio, facilitando el desarrollo de ideas, teorías y conclusiones en torno al tema.

Comunidad de eruditos y maestros

    Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), la universidad se define como “institución de enseñanza superior que comprende diversas facultades, y que confiere los grados académicos correspondientes”. El concepto también se puede referir a la estructura física, o “conjunto de edificios destinado a las cátedras y oficinas”.

    Sin embargo, no todos los términos se refieren a la institución formal que conocemos en la actualidad. Al estudiar la etimiología de la palabra "universidad", vemos que procede del latín universitas, formado sobre el adjetivo universus-a-um. Este adjetivo significa "todo","entero" y "universal", derivado a la vez de unos-a-um ("uno"). Estos elementos expresan una visión globalizadora, inclusiva y colectiva.

    En la revista cibernética Alma Máter Hispalense, Pozo Ruíz (2007) explica los orígenes y el desarrollo de las universidades europeas de la Edad Media. Pozo explica que el término universitas, según el pensamiento medieval, se utilizó por el siglo XI para “designar a una comunidad o a una congregación única, a veces un gremio”, factor que no se limitaba a una colectividad académica.

    De hecho, en el primer diccionario de la lengua española en 1611, la palabra universidad se definía como: “comunidad y ayuntamiento de gentes y cosas” y “pueblos que entre sí tienen unión y amistad” (Madrid, 1611). No fue hasta luego que el término se utilizó para definir una comunidad cuyo propósito es la enseñanza y la educación, por lo cual se le añadieron las palabras magistrorum (maestros) et scholarium (y eruditos). Consecuentemente, el nombre completo de universidad en latín era univérsitas magistorum et scholarium. (Pozo Ruiz, 2007).

    Según Lucas (1972), el término más antiguo y cotidiando para definir las universidades era studium, y subsecuentemente studium generale. Sin embargo, el término universitas se limitaba sólo para el gremio académico dentro del studium.

Las primeras universidades


    Según Cox (2000), las primeras universidades que surgieron se encontraban en Italia: Salerno en el siglo IX, y Bolonia en el siglo XI. Estas universidades comenzaron como gremios académicos, y propiciaron el formamiento de otras universidades a lo largo de Europa. Varios centros de enseñanza se habían formado en un número de las principales ciudades después del nadir intelectual de la Edad Media, en muchos casos de las escuelas monásticas y de la catedral. Hacia el final del siglo XII, algunos de los más grandes escuelas reclamaron, a partir de la excelencia de su enseñanza, a ser de más importancia. Estas grandes escuelas comenzaron a ser llamados studia generalia, o lugares para que los académicos recurrirían desde todas las partes de Europa.
    Ser reconocidas formalmente con este término tenía sus beneficios. Como studia generalia, las instituciones eran libres de la amenaza de interferencia real o cívica (Hargreaves-Mawdsley, 1978).
    Sin embargo, ante el surgimiento de más universidades, se vino a aceptar que - sin licencia del Papa o el Rey - ningún studium generale podría otorgar grados o licencias. Sin embargo, a unas pocas escuelas de renombre, como Oxford, se les otorgó el título de studia generalia ex consuetudine, y estaban extentas de esta regla por su seriedad y credibilidad. Oxford y Cambridge, a lo largo del tiempo, adquirieron un gran prestigio. En el 1264, Oxford fue  “establecida como residencia para clérigos seculares - aquellos que vivían una vida comunal pero, a diferencia de los clérigos regulares, no eran monásticos”. Antes del 1300, ya habían sobre 20 universidades fundadas en Europa. (Cox, 2000).
El sistema educativo medieval
    Cox (2000) explica que el sistema medieval de educación superior era muy diferente al que conocemos en la actualidad. Por ejemplo, el Latín era el idioma de instrucción principal a lo largo de la edad media, y en términos generales el estudiante o erudito era un clérigo (Charles, 1947).

    Ya en el siglo XIII, los estudiantes se presentaban al llamado trivium, que incluía la gramática, retórica y lógica. Como parte de los estudios de la gramática estaba incluída la literatura y en la retórica formaban parte las leyes. Luego, la universidad se organizó y estructuró, requiriendo que el estudiante formara parte de los estudios por una duración de cuatro (4) a siete (7) años. Al culminar estos años de estudio, se le otorgaba un baccalaureate o bicentiate, un “Bachillerato en las Artes”. (Hastings, 1936).

    Según Macmillian (1964), el primer grado de baccalaureate otorgado tuvo lugar en Paris, en el 1231. Sin embargo, el concepto de la maestría ya había sido incorporado, por lo que el bachillerato se consideraba como un “paso preliminar al masterado”. Luego de obtener el bachillerat, la persona podría tomar el curso de estudios llamado quadrivium, que involucraba la aritmética, geometría, música y la astronomía; seguidas por el Hebreo, la filosofía griega y la historia. Al finalizar al menos tres años de este curso, se le otorgaba al estudiante la llamada Maestría en las Artes. Con esta maestría, la persona tenía licencia de enseñar en otras universidades. (Haycraft, 1948). Según Lucas (1972), en ese tiempo, el estudio de este curso no era considerado “opcional”, sino “necesario” para el desarrollo de la “excelencia moral e intelectual”. 

    De igual forma, el concepto del doctorado fue establecido, y poseía unos requisitos distintivos. Por ejemplo, sólo para ser admitido en una institución para obtener el grado doctoral, el aspirante tenía que haber enseñado en una universidad por varios años. Luego de ser admitido, los estudios doctorales tomaban de siete a ocho años. (Hay, 1989).
El rol estudiantil
    El estudiante formaba parte integral de la universidad a la cual pertenecía, y tomaba un sentir de pertenencia en su área de estudio o interés. Según Cox (2000), los estudiantes y graduandos utilizaban un disfraz o atuendo distintivo que los identificaba como miembros de una comunidad o curso académico distintivo.

    Las fraternidades formaban parte escencial de las universidades, y hasta se consideraba que eran “dominadas” por estas asociaciones de estudiantes. Esto era más notable en las universidades localizadas en Italia, España y el sur de Francia, siguiendo el ejemplo de Bolonia, las cuales fueron controlados en un grado mucho mayor de sus alumnos, que tendían a ser hombres mayores que las que se encuentran comúnmente en las universidades del Norte (Friedrich, 1963). 

    Thorne (1959) expone que “las universidades del siglo XIX eran a menudo el producto de orgullo cívico provincial, y debían su existencia a un deseo creciente de la educación, en lugar de la ‘producción’ de los caballeros”.

Universidades en el Occidente

América Latina - Universidades Coloniales
    Según Tünnermann (1999), la primera universidad erigida por los españoles en el Nuevo Mundo fue la de Santo Domingo, en la Isla Española en el 1538. Tünnermann expone lo siguiente:   
La mayoría de las universidades coloniales fueron a la vez pontificias y reales. Las creadas por las órdenes religiosas, autorizadas por el Papa para otorgar grados, gozaron de este carácter en virtud del privilegio general conferido a la orden. En muchos casos, la bula pontificia precedió a la real cédula, especialmente en el caso de universidades fundadas por iniciativa de las órdenes religiosas. En otros, la corona tomó la precedencia, naciendo así las universidades de carácter real, siendo después que adquirieron los privilegios pontificios.

Surgimiento de universidades en los Estados Unidos

    Puerto Rico adquirió la educación universitaria tras la colonización estadounidense de la Isla. Por tal razón, es importante conocer sobre la historia de las universidades en los Estados Unidos para obtener una mejor comprensión del sistema universitario actual de Puerto Rico.

    La primera universidad de los Estados Unidos lo fue la Universidad de Harvard, fundada en 1636 (Archibald, 2002). Las universidades coloniales seguían el ejemplo de Cambridge y Oxford (Inglaterra), por lo que todas seguían un modelo religioso-cristiano. Para ese tiempo, se fundaron las universidades de Harvard, William and Mary, Collegiate School (que se convirtió en la Universidad de Yale), Academy of Philadelphia (Universidad de Filadelfia), College of New Jersey (Princeton), King’s College (Colombia), College of Rhode Island (Brown), Queen’s College (Rutgers), y Dartmoutha.

Orígenes religiosos
    Puritanos, presbiterianos y bautistas dominaban las universidades en sus inicios, al igual que la Iglesia de Inglaterra. Según Brickman (1972), la misión y la administración de estos colegios se encontraban "en consonancia con el espíritu de [la] tradición religiosa" que acompañó los primeros años coloniales de Estados Unidos. 

    Shenandoah (2002) explica que 106 de las primeras 108 universidades en los Estados Unidos estaban fundadas bajo la fe Cristiana. Por ejemplo, los decretos de 1636 de Harvard incluían la siguiente declaración:
Permitamos que cada estudiante sea perfectamente instruido y que se le exija seriamente el considerar bien que el fin principal de su vida y estudios es conocer a Dios y a Jesucristo lo cual es la vida eterna (Juan 17:3) y por ende debe colocar a Cristo en el fondo como la única fundación de todo conocimiento y aprendizaje sano. Y considerando que el Señor es el único que da sabiduría, permitamos que cada uno empiece por la oración en secreto a buscar la sabiduría de Él (Proverbios 2,3). Cada uno así debe ejercitarse en la lectura de las Escrituras dos veces al día para que pueda estar listo para dar cuenta de su capacidad (como citado en Pierce, 1833).

    La Bibla, entonces, figuraba como un libro importante y escencial en los estudios universitarios (Shenandoah, 2002). 

Costos, economía y popularidad de los estudios universitarios

    Sin el financiamento de Inglaterra, los costos operacionales de las universidades subieron muchísimo, haciendo que la educación universitaria se limitase a un grupo esclusivo de personas. Por otro lado, la mayoría de este grupo demográfico específico, de hombres blancos con niveles socieconómicos altos, estaban interesados en convertirse en miembros del clero (Archibald, 2002). La inscripción y admisión en estas universidades era entonces muy pequeña, elemento que duró hasta la Guerra Revolucionaria, o Guerra de la Independencia.

    Por otro lado, el tercer presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, sugirió el método práctico y científico para el sistema de educación superior ideal, y también defendió el método de conferencia y el sistema electivo, libre de creencias religiosas. En el centro de su filosofía era la creencia de que "la educación debe reforzar la política republicana al enseñarle a los ciudadanos y los líderes sus derechos y responsabilidades" (Addis 2003).

    La Ley Morrill incitó a "la coordinación y el espíritu emprendedor que son esenciales para la formación de las universidades de investigación", y sentó las bases para el rápido crecimiento de la educación superior en Estados Unidos. Las instituciones ampliaron sus programas en las áreas de la ciencia y la tecnología, construyeron nuevos colegios y diversificaron disciplinas. Más allá de escuelas agrícolas y la expansión, algunos ingresos generados por la tierra otorgada, junto a los ingresos federales existentes y fundaciones privadas, ayudaron a establecer universidades estatales, así como apoyar a las universidades privadas (Nemec 2006).

    La Primera Guerra Mundial y la débil economía causó que las universidades se redujeran en cantidad. Sin embargo, las universidades de investigación modernas tomaron forma durante este período. Charles W. Eliot, el presidente de Harvard en 1869, luchó por los exámenes de ingreso a la universidad como requisito para la admisión (Newfield 2003). De este pensamiento surge la idea de que la escuela secundaria fuera un requisito previo para la educación superior. A su vez, poseer un título universitario se convirtió en algo cada vez más buscados por los patronos (Lazerson 1998).

    Un proyecto de ley impulsado por Franklin Roosevelt luego de la guerra (conocido como GI, o Servicemen’s Readjustment Act) concedió una subvención para cubrir el costo total de estudios a tiempo completo para los veteranos de la guerra. A raíz de esto, unos 4.4 millones veteranos fueron a la universidad (Archibald, 2002).

    La universidad se convirtió entonces en la "agencia de licencias de americanos de clase media que querían acceder a las profesiones" (Lazerson 1998). Afortunadamente, el gobierno federal desarrolló una serie de importantes programas que aumentaron la inscripción a través de becas y préstamos estudiantiles. (Archibad 2002).

Educación universitaria del siglo 21

    Al presente, aunque existen ayudas federales, el costo de la educación en los Estados Unidos es muy alto y casi prohibitivo, usualmente culminando en préstamos estudiantiles complejos. Según Lazerson (1998), la educación superior es tal vez el “negocio más exitoso de la América pos-guerra”. Actualmente, 60 universidades norteamericanas forman parte de las “mejores 100” según  el ‘American Ranking of College Universities’, por la universidad de Shanghai Jiao Tong.

Según Kulik (2003):
El uso de computadoras por estudiantes universitarios ha crecido rápidamente durante la última década. Hoy, casi dos tercios de los estudiantes universitarios utilizan los ordenadores en la escuela, y cerca de la mitad usan estos equipos en su casa para realizar el trabajo escolar. Los estudiantes se conectan a las computadoras en bibliotecas, laboratorios de computación, aulas y pasillos de la residencias. Usan las computadoras para  el procesamiento de textos, elaboración de gráficos, y hojas de cálculo, y dependen del Internet para enviar y recibir correo electrónicos, descargar información de sus cursos, y recuperar información para la investigación e informes.

    Es entonces claro que el uso de computadoras y el Internet se ha convertido en un elemento importante para la educación. La educación a distancia en el siglo 20 consistía de programas por correo. Ahora, a través de colaboraciones con empresas privadas de tecnología, las universidades están abriendo cursos en línea (utilizando el Internet) como parte de su ofrecimiento académico. Este tipo de enseñanza ha causado un debate entre académicos, como Noble (2002), quien sugiere que la falta de la verdadera comunicación interpersonal (no sólo interactiva) causa altas tasas de deserción escolar universitaria.

    Según Robins y Webster (1989), actualmente existe una fe en la infalible "solución técnica" de la educación superior, reflejada en los miles de millones de dólares que se invierten anualmente en todo el mundo en diversos aspectos del uso de la universidad de TIC (tecnologías de información y comunicaciones). 

    En 1997, se estableció la “Instructional Enhancement Initiative” por la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), poniendo como requisito el que una serie de programas universitarios tuvieran sitios en la Web. (Noble 2002). Según Selwyn, “el uso de entornos virtuales de aprendizaje, tales como WebCT, Blackboard y Moodle han visto cómo el concepto de campus universitario se aleja de ser uno de ‘ladrillos y mortero’ a convertirse en uno de ‘clics y mortero’... las tecnologías informáticas se han convertido en un ícono de la educación superior del siglo 21”.

Puerto Rico y la Universidad


    En Puerto Rico, el sistema de educación “universitaria” no se establece hasta los 1900, bajo el régimen norteamericano, en donde se funda la Escuela Normal Industrial en Fajardo como  primer centro docente en la Isla. Para ese entonces, su enfoque consistía en el magisterio y la matrícula contaba con solo 20 estudiantes y 5 profesores. En el 1901, la Escuela fue trasladada al pueblo de Río Piedras, debido al pobre estado de las carreteras en Fajardo y las pocas facilidades de transportación. (Universidad de Puerto Rico, 2002).
    Tras trasladar a Río Piedras la Escuela Normal, en 1903 se funda la Universidad de Puerto Rico,  junto con la aprobación de una legislación (la “Ley Escolar Compilada para Puerto Rico”) para convertirla en un centro universitario. Por otro lado, se estableció la Junta de Síndicos, compuesta por once (11) miembros, entre ellos el Gobernador de Puerto Rico. (Enciclopedia de Puerto Rico, 2005).
    La Universidad de Puerto Rico comenzó su primer año académico el 1903 con una matrícula de 173 estudiantes. En Puerto Rico existía una escacez de maestros a nivel elemental y secundario, por lo que la mayoría de los estudiantes de la universidad recibieron nombramientos del Departamento de Instrucción para ejercer en las escuelas públicas aún antes de haber terminado sus cuatro años de estudios. A consecuencia de esto, la primera graduación, en junio de 1907, contó con solo trece graduandos. Referente a los requisitos de admisión para la época, la Universidad exigió el diploma de octavo grado como requisito mínimo hasta 1913. Tras la expansión de programas, los requisitos de ingreso aumentaron, como los departamentos de Normal, Artes Liberales, Farmacia y Leyes , que exigieron el diploma de escuela superior en 1917. (Universidad de Puerto Rico, 2002).
    La primera institución privada de educación superior fue Instituto Politécnico de Puerto Rico, hoy Universidad Interamericana. En la Ley Número 67 del 28 de julio de 1923 se crea el puesto de Canciller y el “Fondo de la Universidad”, y se incluye la creación de los siguientes departamentos: Filosofía y Letras, Puericultura y Bienestar Social, Arquitectura, la Escuela de Periodismo, y el Departamento de Cirugía Dental. Para ese entonces, la Junta de Síndicos se reorganiza con nueve miembros, incluyendo al Presidente del Senado y el Portavoz de la Cámara de Representantes. (Centenario UPR, 2002)
    En 1925, se aprueba “El Acta de la Reorganización de la Universidad” bajo la Ley Número 50 del 21 de julio, que implicaba autonomía para la Universidad. (Universidad de Puerto Rico, 2002). Alrededor de veinte años después, en 1942, se aprueba una nueva Ley Universitaria que ofrece mayor autonomía a la UPR, la misma reestructura y crea nuevas facultades en el Recinto de Río Piedras. Al inicio, muchos de estos colegios ofrecían grados técnicos, sin embargo, la mayor parte de estos colegios se “han transformado en colegios con planes de estudios de cuatro años, similares a las carreras que se ofrecen en Mayagüez y Río Piedras”. (Enciclopedia de Puerto Rico, 2005).
    La Universidad de Puerto Rico fue acreditada y admitida en su totalidad a la "Middle State Association of Colleges and Secondary Schools" el 29 de abril de 1946. Es también socia fundadora de la Unión de Universidades Latinoamericanas. (Centenario UPR, 2002).

Grupos de debate, atletas y la reforma universitaria

    Los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico comenzaron a obtener una precensia internacional, cuando,  en 1928, se crearon grupos de debate que viajaban a Estados Unidos a competir con grupos de prestigiosas universidades. Para ese mismo año, 1928, se destacaron grupos de atletas universitarios.  Para fines de la década del 30, los estudiantes reclamaron una reforma universitaria y un Rector a tiempo completo. En 1942, la Asamblea Legislativa aprobó la Ley Universitaria, creando así cual se creó el Consejo Superior de Enseñanza en Puerto Rico para orientar la educación en Puerto Rico y llevar a cabo investigaciones. Este Consejo aprobó el Plan de Reformas Académicas, ofreciendo un curso básico o general para todos los estudiantes. (Universidad de Puerto Rico, 2002).
    El Senado Académico se fortalece bajo la incumbencia del licenciado Abraham Díaz González, integrando representantes estudiantiles de todas las facultades. Tras la expansión de las facilidades de planta física y los servicios a estudiantes, “la matrícula para el año académico 1965-1966 ascendió a 10,819”. (Enciclopedia de Puerto Rico, 2005).
La beca Pell y colaboraciones entre universidades
    La matrícula en las escuelas privadas comenzó a aumentar a mediados de los años sesenta, con las subvenciones de los costos de matrícula y estipendios de la beca Pell, sobrepasando a la Universidad de Puerto Rico en la matrícula estudiantil. Surgió la modalidad de la colaboración entre universidades privadas “para ofrecer un programa en forma conjunta, en que cada institución ofrece uno de los componentes, como los cursos de educación general y el otro los cursos de especialidad o técnica”. De la misma forma, surgieron las ofertas de programas en forma presencial por universidades en EE.UU. en colaboración con las universidades de Puerto Rico.  (Enciclopedia de Puerto Rico, 2005).
 
Universidad de Puerto Rico: actualidad y misión

    Según el portal de la Universidad de Puerto Rico, la institución consiste de 11 unidades universitarias ubicadas a lo largo de toda la Isla. Ofrece más de 236 programas de grado asociado y bachillerato, 127 de maestría, 27 doctorados y un sinnúmero de programas de educación continua. Como institución doctoral y de investigación, la Universidad genera una serie de proyectos de investigación, tiene intercambios con más de 120 universidades alrededor del mundo, alianzas con instituciones globales y facilita a los estudiantes experiencias de aprendizaje, investigación y extracurriculares. Cuenta con coros, tunas, bandas, grupos de teatro, cursos de artes plásticas, música, drama y exposiciones de arte.
    La Misión General de la Universidad, establecida en el Artículo 2 (B) de la Ley Universitaria (20 de enero de 1966) establece que su propósito es “conservar, enriquecer y diseminar los valores culturales del Pueblo de Puerto Rico y fortalecer la conciencia de su unidad en la tarea común para encontrarles soluciones a problemas en una forma democrática”. De igual manera, expone que busca “el desarrollo cabal del estudiante e impartirle un sentido de la responsabilidad del individuo hacia el bienestar general de la comunidad”. Otro punto que expone la misión lo es desarrollar la riqueza intelectual y espiritual “para que la inteligencia y el espíritu de esos individuos excepcionales que surgen en todas las esferas sociales”, se puedan poner al servicio de la comunidad puertorriqueña. También expresa el interés de colaborar con otras organizaciones “dentro de la esfera de acción apropiada para la universidad, en el estudio de los problemas de Puerto Rico”. Finalmente, apunta que  “se une en una manera esencial a los valores e intereses de toda comunidad democrática” y espera “cultivar el amor al aprendizaje como conducente a la libertad y a estimular la búsqueda y la discusión del saber” en una ambinte de respeto y diálogo creativo. (Como citado en Escuela Graduada de Planificación, 2003).
    El Recinto de Río Piedras, por su parte, tiene su propia misión, en las cuales expone sus contribuciones distinctivas ante otros recintos. Por ejemplo, indica que tiene como objetivo el  propiciar la formación integral de los estudiantes a través de programas que “promuevan la curiosidad intelectual, la capacidad crítica, el aprendizaje continuo, la comunicación efectiva, el aprecio y el cultivo de valores éticos y estéticos, la participación en los procesos del Recinto, así como la conciencia y responsabilidad social”. También busca proporcionar una educación graduada de la calidad “cuyos elementos medulares sean la investigación y la creación, y que ayude a fortalecer la educación subgraduada” y ofrecer programas para la capacitación de profesionales “del más alto calibre, comprometidos con los ideales y valores de la sociedad puertorriqueña”.  De la misma forma, la misión expone el deseo de ofrecer a los estudiantes una visión integral del conocimiento, al “armonizar la educación general y la formación especializada y desarrollar las capacidades para el estudio y la investigación independiente”. Otro punto listado en la misión es el interés de “desarrollar la docencia, la investigación y el servicio e integración a la comunidad”, enriqueciendo el “acervo de conocimientos pertinentes a la consolidación de la nacionalidad puertorriqueña, su historia, idioma y cultura”, sin descuidar “el desarrollo y la divulgación del conocimiento en el ámbito internacional”. Finalmente, el recinto riopedrense busca desarrollar programas pertinentes de investigación, de servicio a la comunidad, que respondan y contribuyan tanto al quehacer académico y profesional del Recinto, como a “la transformación y progreso continuo de la sociedad puertorriqueña, al análisis y a la formulación de soluciones para los problemas socioeconómicos y políticos del país, y al mejoramiento de la calidad de vida”. (Como citado en Escuela Graduada de Planificación, 2003).

Desafíos de la universidad

    Estudios llevados a cabo por el ‘American Council on Education’, la UNESCO y el Informe Universidad 2000 de España, plantean la necesidad de que las universidades transformen y actualicen aspectos de su quehacer para atender las nuevas realidades del mundo de hoy. Como parte de los problemas identificados por estos estudios se encuentra la expansión en el número de estudiantes y docentes a la vez que disminuyen los fondos públicos, la rigidez de las estructuras académicas disciplinarias, la necesidad de procesos de evaluación institucional, y la difícil relación con el mundo de la producción y las exigencias de la sociedad.  (Enciclopedia de Puerto Rico, 2005).
Como expuesto por Tunnerman y de Souza (2003), la universidad:
Definida y estructurada por normas y padrones enteramente ajenos al conocimiento y a la formación intelectual, se encuentra pulverizada en micro-organizaciones que ocupan a sus docentes y doblegan a sus estudiantes a exigencias que son exteriores al trabajo intelectual. La heteronomia de la universidad autónoma es notable a simple vista: el aumento insano de horas-cátedra, la disminución del tiempo para maestrías y doctorados, la evaluación según la cantidad de publicaciones, coloquios y congresos, la multiplicación de comisiones e informes, etc. La universidad opera y por eso mismo no actúa.
    Por otra parte, Irizarry (2002) entiende que "el papel (del gobierno) promotor de iniciativas conjuntas o concertadas es el más adecuado para canalizar la coordinación del conjunto de instituciones de educación superior, y lograr la complementariedad de sus respectivos recursos". Se debe dar también una colaboración “entre las universidades y el gobierno en la investigación, en la acción sobre alternativas para resolver los problemas del país y con la empresa privada, en el desarrollo de procesos y recursos competitivos de producción” (Enciclopedia de Puerto Rico, 2005).
    La institución educativa en todas sus vertientes pre-universitaria y universitaria “necesita un proceso de continua revisión teniendo presente los cambios en las realidades sociales, económicas, tecnológicas y culturales en nuetro país y en el mundo, cada día más cercano a nuestra realidad”.  (Enciclopedia de Puerto Rico, 2005).
Tunnerman y de Souza (2003) entienden que el tiempo y la inmediatez del mundo occidental afectan la educación:
La compresión espacio-temporal también produce efectos en las universidades: disminución del tiempo de graduación y de posgraduación, del tiempo para la realización de disertaciones de maestría y tesis de doctorado. En el área de la docencia, la velocidad hace que sea abandonada progresivamente la necesidad de transmitir a los estudiantes la historia de cada disciplina, el conocimiento de sus clásicos, las cuestiones que le dieron nacimiento y las transformaciones de esas cuestiones. En otras palabras: la absorción del espacio-tiempo del capital financiero y del marcado de la moda conducen al abandono del núcleo fundamental del trabajo universitario, es decir, la formación.
    Según Bok (2005), los colegios y universidades estadounidenses son “víctimas de su propio éxito”, ya que responden a tantos grupos y sirven a tantos fines que nadie se pone de acuerdo sobre objetivos o metas comunes, socorriendo hacia la conformidad. Bok cita unos descubrimientos en torno al tema: lugo de cuatro años, los estudiantes de ciencias e ingeniería tienden a empeorar en la escritura, no mejorar, y los estudiantes que no se especializan en la ciencia o la ingeniería sufren una disminución similar en el razonamiento cuantitativo. Tras los estudios universitarios, los estudiantes tienden a mejorar el pensamiento crítico, pero no por mucho. Además, Bok expone que muchos cursos imponen una gran cantidad de requisitos sin llegar a enseñar a un alumno a pensar profundamente sobre un tema. (2005).
    Morin (2000), por su parte explica que la la interdisciplinariedad  es la respuesta a la complejidad en la estructura del conocimiento contemporáneo, asumida por el "pensamiento complejo".
    Por otro lado, Bok (2005) entiende que las universidades deben resistir los esfuerzos para que se conviertan en instrumentos preocupados principalmente en ayudar a que la economía crezca, y acordarse que su principal propósito es el de servir. Sin embargo, advierte que esta resistencia  hacia la comercialización no puede ser una excusa para resistirse al cambio, sino para reevaluar y descubrir maneras de levantar el rendimiento de instituciones de educación superior a “niveles nuevos y más altos”.
    Box (2005) también sugiere que los administradores tienen algo de responsabilidad por la educación universitaria deficiente, ya que muchos profesores “se preocupan más por la promoción de sus propias carreras que por el tiempo en el aula”. De la misma forma, entiende que "el éxito en el aprendizaje académico de los estudiantes es raramente recompensado", factor que influye en el deseo de los estudiantes y profesores para una educación exitosa y eficiente.